Un fragmento de una partida de Fragmentos.

Por fin tenemos un momento de paz desde que llegamos a la granja hace unas horas. El silencio de la sala sólo se ve interrumpido por algún bufido ocasional de los dos niños dormidos en un viejo sofa. Estoy de pie en medio de la sala contemplando como duermen, junto a mí se encuentra Jasper, un motero con bastantes malas pulgas que sorbe una cerveza con gesto meditabundo. No le hablo de nada, de momento me basta con su compañía, con no estar sola, no quiero volver a estar sola.

Sigue leyendo